25 septiembre 2008

Ponencia Entre el rediseño y el fortalecimiento

“Entre el rediseño y el fortalecimiento.
La Licenciatura en Historia de la
Escuela Nacional de Antropología e Historia,
1980-2000.”
Hist. Orlando O. Arreola Rosas
Profesor Investigador, ENAH
Hist. Ilihutsy Monroy Casillas
Profesora Hora-Semana-Mes, ENAH

Ponencia presentada en el II Encuentro Nacional de Licenciaturas en Historia perteneciente a Instituciones de Educación Superior Públicas “La enseñanza de la Historia y los procesos de evaluación” Mesa 1: La modernización de Planes y programas de estudios, Puebla, Puebla, noviembre 2007.

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Entre el rediseño y el fortalecimiento.
La Licenciatura en Historia de la
Escuela Nacional de Antropología e Historia,
1980-2000

Introducción
Esta ponencia hace una breve remembranza de los distintos planes de estudio que se han utilizado en el programa de Historia de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) con el objetivo de centrar la discusión en torno a la enseñanza de la Historia y los procesos de evaluación a los que ha sido sometida la propia licenciatura y la ENAH.
Para ello se ha dividido la ponencia en cuatro secciones. La primera muestra la interrelación entre el INAH, la ENAH y los objetivos de la Licenciatura en Historia. La segunda plantea el origen del programa de Historia en los años ochenta y su propuesta, lo cual está estrechamente relacionado con la tercera parte, ya que como resultado inmediato del diagnóstico sobre ese proyecto está el Plan de Estudios vigente. Finalmente, el último refiere el diagnóstico que hemos hecho en este año y que propone un balance de la propia licenciatura y sus participantes, ya que en estos momentos estamos en un proceso de reestructuración curricular[1].

1. El INAH y la ENAH.- Objetivos fundamentales y su incorporación en la licenciatura en Historia
A partir de la creación del INAH el 3 de febrero de 1939 y aún con la modificación a su Ley Orgánica en 1985, se estableció como función sustantiva la investigación científica y artística alrededor del patrimonio cultural de la nación. En 1985 se añadió que para conseguir ello, el INAH debería “Impartir enseñanza en las áreas de Antropología e Historia, conservación, restauración y museografía, en los niveles de técnico-profesional, profesional, de posgrado y de extensión educativa, y acreditar estudios para la expedición de títulos y grados correspondientes”[2]. La escuelas nacionales de Antropología e Historia y de Conservación, Restauración y Museografía serían así, las encargadas de estas tareas.
Siguiendo esta línea, la propia ENAH en su Reglamento indica que “será su función formar profesionales de la Antropología y de la Historia de alto nivel académico, comprometidos con la investigación, enseñanza, defensa, custodia y difusión del patrimonio cultural nacional tangible e intangible”[3], y se complementa con otro artículo el cual señala que “los planes de estudios de todas las licenciaturas incluirán obligatoriamente un área de investigación, de la que formarán parte los proyectos de investigación formativa”[4].
La licenciatura en Historia, por tanto, está en un camino paralelo al de la Escuela y al del Instituto: crear profesionistas de la Historia que se desempeñen como investigadores, pero también como difusores, docentes y conservadores del patrimonio cultural. Sin embargo, estos objetivos no se obtuvieron de una forma lineal, sino que a través de una historia ardua logró forjarlos.
Algunos de los elementos que conforman esta historia son los siguientes. Desde los años treinta la licenciatura en Historia estuvo entre tres instituciones, El Colegio de México, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía –antecedente directo de la ENAH. Finalmente se quedó en la UNAM a nivel licenciatura y en El Colegio a nivel postgrado[5].
La ENAH entonces, estuvo conformada por las licenciaturas y maestrías en Antropología Física y Social, Arqueología, Etnohistoria y Lingüística. Para fines de los años 80, ya instalados en su nuevo espacio en el edificio de Cuicuilco, no sólo autoridades sino también un grupo de profesores y estudiantes de la ENAH tuvieron la necesidad imperiosa de repensar al patrimonio cultural y a las comunidades con una perspectiva histórica, lo cual incidió directamente en la creación de la licenciatura en Historia y de Etnología[6]. A partir de entonces, una nueva perspectiva histórica surgió.

2. El Plan de Estudios de 1980
La propuesta de la Licenciatura en Historia de 1979-1980 estaba estrechamente ligada a lo que se revisaba en las demás licenciaturas de la ENAH. Con una visión crítica y un alto contenido teórico marxista, se buscaba explicar los fenómenos sociales y económicos con una tendencia revolucionaria, la cual no fue lineal ni homogénea en su práctica.
De esta forma, el Plan de estudios quedó organizado en “cuatro áreas en las que se incorporan la totalidad de las asignaturas: Área Informativa, Área teórica, Área de Economía Política y Área de Investigación. El Área Informativa se subdivide, a su vez, en Historia de México e Historia Universal... El Área de Economía Política, por su parte, y en comparación con las otras áreas del Plan, se estructuró de manera desorganizada... las materias se delimitaron a la lógica de zonas geográficas para el estudio de Asia y África, China, el Medio Oriente, etc., ... El Área Teórica estaba conformada por dos subáreas: Formación Teórica e Historiografía”[7].
De esta forma, “el objetivo principal del Plan de Estudios de 1980 fue propiciar en el estudiante la reflexión sobre la Historia de México y que ésta naciera de su ejercicio como investigador”[8]. Estaba estructurado con una orientación marxista pero al sumarse algunos profesores de línea diversa, se negoció la inclusión de la historiografía francesa y fundamentalmente los Annales braudelianos[9]. Entre los fundadores y planificadores del curriculum en Historia están los doctores Guy Rozat, Hilda Iparraguirre y Pablo Montero.
“El Plan de Estudios se caracterizó por una óptica materialista amalgamada de contenidos conceptuales y teóricos, como por ejemplo el tratamiento de estructuras, de horizontes culturales, periodizaciones historicistas que privilegian los eventos políticos, tiempo histórico estructural que implicaba el manejo de la larga duración donde discurren las coyunturas, la mediana y corta duración, etcétera, que para la época de construcción de la carrera, por novedosa, eran poco inteligibles tanto para el alumnado como para algunos profesores”[10].

3. El Plan de Estudios de 1991, resultado de un largo debate
Aunque al Plan de estudios se le habían hecho pequeñas modificaciones en varias ocasiones, para 1990 estaba vigente el proyecto de 1986, que era realmente el de 1980. Con un total de 320 créditos, contaba con las Áreas de Historia de México, Historia Universal, Economía Política, Formación Teórica, Metodológica y de Apoyo, pero que ya no satisfacían más a los profesores y que por sus escuetos resultados (un sólo titulado para 1991) hacían reflexionar sobre las perspectivas de la licenciatura[11].
A partir de un diagnóstico se llegó a la conclusión de que el Plan era el causante de los males: era tradicional, no existía relación de las materias del mismo semestre y había debilidades metodológicas. Además, el excesivo número de materias (48 en total) suponía al alumno de tiempo completo y en un papel pasivo, de memorización y no de creación. Se consideraba que el plan tenía “una seria deficiencia formativa ya que ese afán por cubrirlo “todo” se ha quedado en los aspectos formales-formativos, marginando a la necesidad de dotar al alumno de una amplia capacidad de trabajo personal extra-escolar y al desarrollo de sus aptitudes para el trabajo grupal o colectivo”[12].
De esta forma, se decidió que el perfil de egreso debería determinar los cambios que se harían al Plan de estudios, y así se contemplaron “las tareas que actualmente desempeñan los historiadores en el ejercicio de la profesión y de las posibilidades que presenta el mercado de trabajo” tanto como “las necesidades que tiene el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el país de estos profesionistas”[13].
Después de tres años en que duró una larga discusión en foros y en otros espacios, el Plan de Estudios de 1991 es resultado de varias negociaciones entre distintas corrientes historiográficas y teóricas, defendidas al interior de la Academia por los profesores de tiempo completo, así como la participación de muchos otros profesores hora semana mes y estudiantes.
Por tanto, el Plan de Estudios 1991 quedó conformado en las Áreas Teórica (subdividida en Teorías de la Historia e Historiografía), Informativa (subdividida en Historia de México y Europa y el Mundo), Investigación (subdividida en Metodológica e Investigación) y de Extensión; pero con un total de 280 créditos.
El objetivo del plan, arguye dicho documento, es “la formación de profesionistas que pueden desempeñarse en el oficio de historiador, investigando, enseñando y difundiendo la historia de México y de otras sociedades desde una perspectiva crítica”, para lo cual “la curricula debe proporcionar, de acuerdo a las características generales de los estudiantes y el perfil del egresado, los conocimientos teóricos y prácticos necesarios [...] además, favorecer el desarrollo de las aptitudes que implica el trabajo interdisciplinario, en particular con las ciencias antropológicas”[14].
Pero la larga discusión para llegar al nuevo Plan fomentó una mirada crítica y amplia sobre los aspectos históricos, además de abrirse campo a una conciliación interna. Esto se puede apreciar en la descripción de las áreas.
Por ejemplo, se dice que en el área Teórica se abordarán las distintas posturas y corrientes contemporáneas en la disciplina, lo cual permitirá “que se desarrolle la discusión entre las diferentes posturas de la licenciatura” (p. 1). De la misma forma, el área de Historiografía buscaría que con el conocimiento de “la producción historiográfica de las diferentes épocas y corrientes teóricas estudiadas [...] el alumno se forme una posición crítica con respecto al trabajo del historiador” (p. 2). En el área de Historia de México, se advierte que la “orientación del área estará guiada por la Historia Social”; Europa y el Mundo por su lado, “pretende dar una visión crítica con respecto a la universalización de la historia del papel que han jugado Europa y los Estados Unidos en este proceso”.
El área de investigación indica que sea un “espacio en donde se sintetice el resto del conocimiento adquirido. En ella se revisarán las diferentes maneras en que se realiza el tratamiento de fuentes y la elaboración de un diseño de investigación histórica, para que en una segunda etapa los estudiantes estén en condiciones de desarrollar una investigación. El trabajo del área debe culminar con la elaboración de la tesis. El área debe estructurarse a través de proyectos de investigación formativa de factura colectiva, interdisciplinaria o por docente, elaborados en base a criterios comunes que permiten ir centralizando el esfuerzo reconstructivo y nutran el resto de áreas del plan”.
Finalmente, el área de Extensión indica que “los alumnos podrán desarrollar trabajo extra aula, vital para la formación de profesionistas académicamente sólidos. Las actividades a desarrollar son las de obtener conocimiento y manejo de las instituciones de acervo histórico, dinámicas de grupo, hábitos de lectura, participación en seminarios o conferencias, cursos de especialización. El área deberá resultar muy flexible y en ella se incorporará todo tipo de apoyo pedagógico para los estudiantes”.
Para contribuir con una exacta aplicación de los objetivos arriba reseñados, se concibió en los contenidos mínimos[15] las disposiciones particulares de las materias.

4. Los planes de estudio de la licenciatura: curriculas formal y vivido.
Para el año 2002 se hizo la última modificación al Plan de estudios 1991: el aumento de créditos (y por tanto de horas) con el objetivo de obtener una nueva acreditación ante la Secretaría de Educación Pública (SEP). El total de créditos es de 300.
Desde el año 2000, la ENAH se sumó al estímulo de la SEP de llevar la educación superior a través de diversos proyectos, como los PIFI. Así se explican los trabajos conducentes no sólo a obtener acreditación y reconocimiento institucionales y nacionales, sino también obtener recursos. Por eso surgieron diversos proyectos para hacer diagnósticos de las licenciaturas de la ENAH y proponer cambios y mejoras.
El proyecto de Evaluación y reestructuración de los planes y programas de estudio de las licenciaturas de la ENAH del año 2002[16], y que ha servido como antesala del actual programa de Reestructuración curricular, dio como resultado un trabajo sobre el Plan de Estudios de la Licenciatura en Historia[17].
Sin embargo, las recomendaciones que se hicieron son reiterativas y de formato administrativo más que académico, nos muestran que faltó hacer un seguimiento documental de todo el proceso de reflexión y consolidación del Plan de estudios. Faltó hacer un análisis más completo.
Aprovechando este espacio de discusión en este Encuentro Nacional, plantearemos brevemente nuestro balance, sugiriendo las fortalezas y las debilidades del Plan de estudios vigente de la Licenciatura en Historia de la ENAH.

4.a) Fortalezas del Plan de Estudios 2002
Se ha dividido la exposición en cinco puntos: estructura curricular, pluralidad en las corrientes historiográficas, objetivo de la licenciatura, optativas y respecto a la planta de profesores.

Estructura curricular.- Los estudios a nivel superior en México no solamente vienen a contribuir con conocimientos especializados y desde una perspectiva científica, sino que significan la formación de los estudiantes. En un país en crisis, los estudios de licenciatura intentan reducir muchas de las deficiencias de los anteriores ciclos escolares. En ese sentido, una licenciatura necesita de una estructura que logre guiar a sus estudiantes. Las cuatro columnas vertebrales de la licenciatura en Historia de la ENAH cumplen a cabalidad con esa función. Orientan, dan a conocer y forman. Las áreas Teórica, Informativa, Investigación y Extensión se especializan en los diferentes ámbitos de capacidades, conocimientos y habilidades del historiador. Todo estudiante de historia de la ENAH terminará sus estudios con un bagaje completo no sólo de las etapas del proceso histórico de la humanidad (mundial y en México) sino también de las diversas perspectivas teóricas con que nos hemos reflexionado y explicado. Complementado con dieciséis materias metodológicas, de investigación y de extensión que dotan de herramientas básicas para la solución de problemas de la ciencia histórica. Por tanto, consideramos que la estructura curricular es sólida y una de las mejores ventajas que puede ofrecer la ENAH a los aspirantes a estudiar la carrera de Historia.

Pluralidad en las corrientes teóricas e historiográficas.- Después de la creación del Plan de estudios, la licenciatura mostró un espacio de tolerancia teórica: no ecléctica sino incluyente. En la licenciatura se imparten cinco materias dedicadas a explorar las diversas reflexiones históricas desde la teoría. “Materialismo histórico e Historia Social”; “Positivismo y Escuela de los Annales”; “Historicismo, Hermeneútica y Escuela de Frankfurt” así como la “Antropología”, son las diversas corrientes teóricas desde las cuales se ha venido explicando el desarrollo social, y aunque divergentes y contrapuestas unas y otras, permiten que los alumnos aprecien todo el abanico de propuestas y decidan, de forma reflexionada y crítica, qué postura es la más válida o más eficiente. De la misma forma, las Historiografías (siete materias) preparan con lecturas de textos históricos, la ejemplificación de las otras materias teóricas.

Objetivo, crear investigadores.- Ya se ha mencionado la necesidad de la Licenciatura en Historia de crear investigadores, en estrecha relación con los objetivos de la ENAH y el INAH. En la licenciatura hay ocho materias de 47 que están expresamente dedicadas a la investigación, sumando un total de 17.02% del Plan de estudios. Están expresados en las materias: Proyecto de Investigación Formativa (PIF); “Introducción a la Investigación Histórica”; “Diseño de Investigación y Análisis de Fuentes del Siglo XIX y XX”; “Análisis de Fuentes Prehispánicas (Códices)”; así como “Análisis de Fuentes Coloniales”. Pero no debe olvidarse que en Historia, cuando las materias son teóricas (esto es, que sean presentadas en el salón de clases) implica que las investigaciones realizadas afuera deberán demostrarse adentro del aula, y por consiguiente, que existe investigación en todas las materias, aún cuando el título no lo aparente[18]. La dinámica de los cursos es precisamente, empujar a los estudiantes a realizar investigaciones de los temas correspondientes, ya en bibliotecas, hemerotecas o archivos.

Optativas.- Las materias optativas muestran no sólo la flexibilidad del mapa curricular, sino también una necesidad imperiosa de autoformación. Los investigadores en historia deben egresar con las herramientas necesarias para ello, para aprovechar cualquier tema y aprender de ello. Sin embargo, las optativas que se tienen en Historia no son ilimitadas en sus objetivos, sino que tienen un para y un por qué. Esto es, están guiadas y ordenadas con objetivos muy definidos. En el plan de estudios hay en total nueve materias “optativas”, a partir del tercer semestre y hasta el octavo, por tanto un total de 19.14%. Están divididas en cuatro tipos: las Actividades de Extensión, las Ciencias Auxiliares, las Optativas de Especialización y finalmente, la Opción terminal.

Planta de profesores.- La licenciatura en Historia tiene una planta de académicos de tiempo completo relativamente joven, lo cual permite una perspectiva de desarrollo y crecimiento académica más dinámica que en otras instituciones. Son diez profesores de tiempo completo egresados en un 80% de la propia ENAH, de las licenciaturas de Antropología Social (2 de ellos) e Historia (6 de ellos). Cuentan con grado de doctorado dos profesores, con estudios de doctorado cuatro y tres con estudios de maestría.

4.b) Debilidades del Plan de Estudios
A continuación se mencionarán los puntos débiles del Plan de estudios vigente.

Contenidos mínimos que crean confusiones.- El documento de Contenidos mínimos resulta con ciertas imprecisiones que tal vez hayan influido en la mala ordenación de los cursos optativos. Por ejemplo, se indica en los objetivos de las materias de Actividades de Extensión y de Ciencias Auxiliares que se podrán impartir cursos tendientes a apoyar la lectura personal y en equipo, dar herramientas para asuntos geográficos o de computación, lo que viene a confundir con los objetivos de las materias “Lectura y Redacción o Computación” así como en “Geografía o Análisis literario”.

Falta claridad en algunas materias obligatorias.- Hay confusiones en los objetivos de las materias en el momento de que se encuentran ubicadas en ciertas áreas y subáreas.

Objetivos ambiguos en optativas.- Hay confusiones en los objetivos de las materias optativas, no sólo en los contenidos mínimos –que como arriba se demostró tienen sus delimitaciones—sino sobre todo en su aplicación. Esto es, los estudiantes de tercer semestre en adelante escogen materias optativas correspondientes a otros semestres para posteriormente hacer equivalencias. Por tanto, no se cumplen los objetivos de obtener conocimientos metodológicos y técnicos que coadyuven a la formación de un investigador. Por ejemplo: 1) Las materias de “Lectura y redacción o Computación” así como “Geografía o Análisis literario” confunden ciencias auxiliares --como computación o geografía—con una materia de extensión. 2) Las Ciencias Auxiliares y las Actividades de Extensión pierden sentido ya que se igualan a las otras optativas. 3) En la realidad, la materia Opción terminal no cumple ninguno de sus objetivos. 4) Las Optativas de especialización no son seriados por lo cual tampoco se cumplen los objetivos.

Falta definición de Historiografía.- Aunque a lo largo del Plan de estudios están como materias obligatorias las “Historiografías”, se trasluce en diversos puntos que falta ampliar esta formación. Las materias de historiografía no sólo sirven para ampliar los conocimientos sobre determinado periodo histórico sino también para ejercitar a los estudiantes en el método histórico. Ello no se cumple a su totalidad, ya que algunos de los egresados continúan con dificultades para diferenciar entre historiografía e historia o historiografía y estado de la cuestión. Para eliminarse tales problemas, debería añadirse en los contenidos mínimos del área, una introducción para aclarar qué es la Historiografía.

Anacronismos.- Los estudiantes de la licenciatura se sorprenden en el transcurso de la carrera que algunos cursos son disonantes. Esto es, que en un mismo semestre se abordan temas periódicos de diversos siglos, y por eso no hay una buena absorción ni reflexión de ellos. Por ejemplo: 1) en el semestre cuarto, la materia de “Diseño de investigación y Análisis de Fuentes Siglos XIX y XX” está fuera de tono con las otras materias informativas, como son “Expansión Europea, Siglos XVI-XVIII”, “Sociedad Colonial siglo XVII-XVIII” e “Historiografía del siglo XVIII. El nacimiento de la Historiografía en México”. 2) en el semestre quinto, la materia “De las Reformas Borbónicas a las Reformas Liberales” está en desacuerdo con la materia “Historiografía liberal-Conservadora de México. Siglo XX”. 3) en el semestre sexto la materia “Reforma y porfiriato” está atrasada con respecto a las fechas que abordan las materias “Imperialismo, crisis y guerras mundiales” así como con “Historiografía Contemporánea de México I. La Revolución”. 4) en el semestre séptimo la materia “Revolución Mexicana y Consolidación del Estado Nacional” está diferida respecto a las materias “El nuevo Orden mundial de la posguerra. Hegemonía de EEUU” y a “Historiografía Contemporánea de México II. Corrientes y perspectivas”.

Incumplimiento de algunos objetivos de la licenciatura.- Recordemos que los objetivos de la licenciatura están en pleno arreglo con los objetivos de la ENAH y del INAH. Se incumplen porque los egresados no salen especialistas en Difusión, en Docencia y en Conservación (del patrimonio cultural). Con sólo dos semestre de Optativa de Especialización y con las confusiones que hasta ahora se han tenido en estas materias, los alumnos no cursan ni “Difusión de la Historia”, ni “Docencia” ni “Conservación (en Patrimonio Cultural)”.

Conclusiones
El diagnóstico anterior nos hace concluir que a pesar de sus debilidades y de la mala aplicación de algunos de los mecanismos del Plan de Estudios 2002, es una muy buena opción. El espíritu de este programa cumple hasta cierto grado con los objetivos, dota de información y cuestiones metodológicas y técnicas.
Cumple con los requerimientos básicos de la SEP, con los objetivos de la ENAH y del INAH y sobre todo contribuye de una manera eficaz a la formación de historiadores, con una gran tendencia hacia la investigación.
Reiteramos que los errores en los que cae la licenciatura son en el nivel meramente administrativo: en lugar de abrir una materia optativa con cierto perfil, se abre otra y luego se logra hacer la equivalencia. Pero en términos prácticos, ésta debilidad puede ser fácilmente erradicada.
Si bien las tendencias institucionales nos están llevando a buscar reconocimientos nacionales y estatales para la Escuela de Antropología, lo cual parece indicado, no debe olvidarse que el aplauso internacional ya existe, al aparecer la ENAH como la única institución con más de sesenta años impartiendo las disciplinas antropológicas en América Latina. Respecto al nacional, últimamente se han escuchado voces que recuperar los resultados de la propia ENAH. En ese sentido, recuérdese la evaluación sobre las profesiones y las diversas licenciaturas que hizo el periódico El Universal[19] el pasado mes de abril.
En éste se evaluó a las licenciaturas en Historia según su guía de programas, a sus profesores y al porcentaje de admisión. Esta Licenciatura obtuvo una calificación de 8.54 (esto es, el sexto lugar) en su guía de programas y la calificación de 8.57 (el cuarto lugar) en la evaluación de profesores. Todo ello, sin tomar en consideración el endeble presupuesto con el que cuenta la Escuela y dentro de ella, las licenciaturas.
Definitivamente, estos resultados empujan a la Escuela a tomar decisiones para mejorar estos índices. Pero no por eso debe forzarse a la comunidad con trabajos que no contribuyan en su beneficio.
Que la Licenciatura en Historia y su Plan de estudios haya transitado de un marxismo ortodoxo a una pluralidad teórica, del objetivo de crear sólo investigadores a especialistas en docencia, difusión y conservación (del patrimonio cultural) en 27 años y que aún esté en la dinámica de abrirse a más diagnósticos y evaluaciones es síntoma de un crecimiento no sólo de la licenciatura sino también de la propia Escuela.
Pero deben tomarse en cuenta los diversos aportes que se le han hecho en diversas ocasiones con la finalidad de mejorarla, por tanto debe mirarse con nuevos ojos su larga experiencia. También debe considerarse la interrelación con las otras seis licenciaturas de la ENAH y con el INAH mismo.
Como parte de la evaluación aquí resumida que hace unos pocas semanas entregamos a las distintas instancias colegiadas de la Escuela, por supuesto se han propuesto diversas transformaciones con miras a mejorar las habilidades y conocimientos de los estudiantes y egresados de Historia pensando siempre en las dificultades por las cuales atravesamos los historiadores en esta sociedad en crisis.


BIBLIOGRAFÍA
Contenidos mínimos. Historia, s/f, inédito.
Documento de discusión que presenta la Comisión del Proyecto de Reestructuración Académica de la Licenciatura en Historia para el Foro de la Especialidad, s/f, inédito.
El Universal 2007, Disponible en: http://www.eluniversal.com.mx/notas/418776.html
Ley Orgánica del Instituto Nacional de Antropología e Historia. 1995, INAH, México.
Objetivos de la Licenciatura, s/f, inédito.
Propuesta de Reestructuración curricular de la Licenciatura en Historia de la ENAH que presentan para su discusión los profesores de Tiempo Completo, s/f, inédito.
Reglamento General Académico de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, 1999, ENAH, México.
Arreola Rosas, Orlando O. y Juan de Dios Quintana Vista. 2001, La enseñanza de la Historia en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (1937-1985), Tesis de Licenciatura en Historia, ENAH, México.
Arreola Rosas, Orlando O. e Ilihutsy Monroy Casillas. 2007, “Diagnóstico de la Licenciatura en Historia, ENAH”, inédito.
Jiménez Zaldívar, María Elena. 2002 (a), “Anteproyecto de Evaluación de los planes y programas de estudios de las licenciaturas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia”, Documento interno de trabajo, ENAH-Departamento de Planeación Académica, México.
Jiménez Zaldívar, María Elena. 2002 (b), “Consideraciones generales al Plan de Estudios de la Licenciatura en Historia”, inédito.
Soria Nicastro, Óscar. 2003, “Docencia e investigación en la universidad latinoamericana. ¿Por qué esperar hasta el posgrado?” en Docencia e investigación en el aula. Una relación imprescindible, comp. Porfirio Morán Oviedo Centro de Estudios sobre la Universidad-UNAM, México.

[1] Arreola Rosas 2007.
[2] Ley Orgánica 1995. Fracción XVIII dentro del Artículo 2º, p. 12.
[3] Reglamento General 1999. Capítulo I, Artículo 3º.
[4] Reglamento General 1999. Capítulo IV, Artículo 37º.
[5] Arreola Rosas 2001, pp. 23-29.
[6] Arreola Rosas 2001, pp. 162-177.
[7] Arreola Rosas 2001 pp. 182, 183, 185, 187.
[8] Arreola Rosas 2001, p. 183.
[9] Arreola Rosas 2001, pp. 178-182.
[10] Arreola Rosas 2001, p. 189.
[11] Documento s/f, p. 1.
[12] Documento s/f, pp. 7-8.
[13] Propuesta de Reestructuración s/f, p. 1.
[14] Objetivos s/f, p. 1.
[15] Contenidos mínimos s/f.
[16] Jiménez Zaldívar, 2002 (a).
[17] Jiménez Zaldívar, 2002 (b).
[18] Soria Nicastro 2003.
[19] El Universal 2007.

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