25 septiembre 2008

Ponencia Los alumnos y el Plan de Estudios de la licenciatura en Historia de la ENAH

Ilihutsy Monroy Casillas
María Chía Guerrero

Ponencia presentada en las 4tas Jornadas de Historia de la Licenciatura en Historia de la ENAH, abril 2007.

Introducción
En la presentación de la nueva etapa del proceso de reestructuración curricular de la Escuela Nacional de Antropología e Historia que comenzó en el año 2005, publicada en el libro Rediseño curricular ENAH, se proyectó como asunto necesario “insistir que el proceso de reestructuración curricular nos involucra a todos, es de todos y a todos nos corresponde asumir una posición responsable al futuro de nuestra ENAH”[1].
De acuerdo con esta premisa, los encargados del proyecto de Reestructuración curricular 2006-2007 en la licenciatura en Historia (Orlando O. Arreola Rosas, María Chía Guerrero e Ilihutsy Monroy Casillas) decidimos hacer un acercamiento al sector estudiantil para conocer cómo estaban recibiendo el Plan de Estudios. Consideramos irrenunciable realizar un pequeño diagnóstico de la licenciatura y los resultados del Plan.
Reflexionamos además que a este Plan de Estudios en los últimos años se le han hecho pequeñas modificaciones sin tener un diagnóstico y análisis completo de lo que sucede en la licenciatura. Todo ha partido de las necesidades de ajustarlo administrativa, académica y legalmente.
Recordamos que en la discusión curricular de las mesas académicas, realizadas desde el 2005, los estudiantes han estado ausentes. Tal vez el desinterés, la desconfianza o el desconocimiento los hayan retirado. Pero sólo porque no estén ahí alzando la mano y opinando, no podemos negarles la importancia que tienen. Ellos debieran estar en el centro de este proceso de reestructuración, ya que el Plan de Estudios sólo toma materialidad y significado al aplicarse en cada generación.
En esa línea, y debido a la premura por presentar los resultados en esta mesa de las 4tas Jornadas de Historia, resolvimos que la manera más rápida y sencilla, y como primer acercamiento, sería la encuesta. Por esto mismo sólo realizamos doce preguntas para obtener la opinión de los estudiantes respecto al plan de estudios. Recibimos el apoyo logístico y académico de la Coordinación de Historia y del Departamento de Planeación Académica, Lic. Cecilia Medina y su equipo para realizar estas preguntas y encontrar la función de cada una de ellas.
La encuesta contiene en total 64 preguntas, las primeras 57 son explicadas en la ponencia de Planeación Académica. Sin lograr el 100% de los estudiantes, sólo se encuestaron a un total de 172 personas de los cuatro semestres de la licenciatura: 64 del primer semestre, 24 del tercero, 40 del quinto y 44 del séptimo. La aplicación de las encuestas fue llevada a cabo entre el lunes 26 y el viernes 30 de marzo[2]. La tabulación de datos se terminó el 12 de abril, debido a las múltiples variables ya que la mayoría de las doce últimas preguntas eran abiertas, lo cual implicó valoración y muchas veces, interpretación de nuestra parte.
Sin más, pasemos a las opiniones que nos revelan las encuestas.

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Los estudiantes esperando un futuro
Dicen que todo empieza con una idea, muchas veces basada en una esperanza. Continuar estudiando en un nivel superior comienza con muchas expectativas. Buscando estas representaciones, la encuesta inicia preguntando por qué los estudiantes de la licenciatura en Historia decidieron estudiar Historia.
Es interesante saber que la mayoría de los que contestaron indicó que eligió Historia entre la numerosa variedad de licenciaturas del nivel superior por cuestiones académicas (por ejemplo, porque les interesaba conocer X elemento del pasado), luego por interés personal (por ejemplo un “porque me gusta” sin mayor detalle), también por cuestiones socioculturales (como “entender a mi sociedad” o “mi identidad”). Otras respuestas fueron cuestiones políticas (como “entender al gobierno para derrocarlo”), muy pocos aceptaron estar influenciados por amigos o familiares o profesores, otros menos por cuestiones económicas y algunos aceptaron que por indecisión. En escasas encuestas no contestaron. (Tabla 1)
Ya convencidos por Historia, se debe seleccionar la Escuela adecuada para cumplir con estos intereses. Esa pregunta tiene que ver con la decisión de estudiar en la ENAH y no en otra institución. Aquí las respuestas fueron agrupadas en distintos rubros. El más nutrido fue “por el plan de estudios”. Esto es muy interesante, ya que mas adelante se mostrará que la mayoría de los estudiantes no conocen totalmente el propio plan de estudios. También se seleccionaron rubros como “recomendación de amigos, familiares y profesores” (el cual contrasta con la poca influencia que éstos tuvieron para que el estudiante de historia eligiera Historia); luego por considerar a la ENAH “una escuela crítica”. Las siguientes agrupan a pocos estudiantes, aunque en la tabla se muestran. (Tabla 2)
Continuando con la encuesta, está la definición por un periodo específico. Admitiendo que la licenciatura en Historia de la ENAH tiene una carga crediticia mayoritaria de México Virreinal, el que los estudiantes escogieran ésta licenciatura y no otra, implica que conocerán al final de los cursos, más historia colonial que de los periodos prehistórico, prehispánico, decimonónico o contemporáneo. Sin embargo, no es de sorprender que la mayoría de los encuestados prefieran el Siglo XX, lo cual quizá esté relacionado con esta visión crítica de la ENAH o del compromiso político del historiador que admitieron existe. (Tabla 3)
Para finalizar con estos puntos de interés ideal de los alumnos, que ellos se plantean como objetivos de su carrera, hay una pregunta que también intentó reunir información respecto de si los estudiantes sabrían a qué se podrían dedicar al concluir sus estudios. Esto como resultado de una reflexión respecto al pensar a la escuela dentro del Instituto, que perfila a las licenciaturas de la ENAH hacia la investigación. Empero, en otro texto se ha señalado que la licenciatura en Historia sólo tiene 7 materias dedicadas a la metodología e investigación de un total de 43 obligatorias, sumando sólo un 16% del plan de estudios[3]. Esto es, no hay una sólida columna de investigación. A pesar de esto, la mayoría de los estudiantes reconocían como prioritaria la actividad de investigar, posteriormente la de enseñar y mucho más alejado la de difundir. Otros proyectos de vida de los estudiantes son escribir libros y demás, especializarse y resalta la opción de constituirse como un elemento en la transformación social. (Tabla 4)
Lo que desean hacer al concluir sus estudios, en este caso, tiene completa relación con lo que ellos saben del “oficio del historiador”. Una de las preguntas se encargó de hacernos saber si los estudiantes conocen el campo profesional del historiador. Y si, casi la totalidad explicó que el historiador trabaja en los campos de la “Investigación”, la “Docencia” y la “Difusión”. Muy pocos no contestaron o no supieron. (Tabla 5)
Pareciera que en este último punto, los estudiantes aprecian bien qué quieren y cómo hacerlo. Aunque después la realidad los enfrente de cara. Para saber si los estudiantes de la ENAH son capaces de trabajar en estas actividades gracias a los conocimientos y metodología que aprendieron en la licenciatura, continuemos con los resultados de la encuesta.

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El Plan de Estudios, ¿satisface esperanzas y necesidades de los estudiantes?
Los alumnos asisten a sus materias cotidianamente y de esta manera concluyen semestres. Leer, participar, investigar y escribir son algunas de las tareas necesarias que contribuyen con la formación del individuo. Todo esto es habitual para obtener información, conocimientos y una metodología que los perfila al final como historiadores. Pero aún cuando se cumplan con estos pasos, el proceso no puede culminar sino se satisfacen, en una apreciable cantidad, las esperanzas y necesidades del alumnado.
Con el avance del estudiante por los ocho semestres, se logrará desarrollar de mejor forma las aptitudes que la licenciatura ha proyectado. Las actividades que fueron evaluadas son conocidas como el “Perfil de egreso” de la licenciatura en Historia. Las preguntas son las siguientes: ¿eres capaz de... “enseñar o impartir los conocimientos históricos”, “elaborar un proyecto de investigación”, “clasificar y sistematizar la información recopilada en bibliotecas, hemerotecas y archivos”, “entrevistar a quienes, mediante sus recuerdos, aportan una visión del pasado”, “organizar bancos de datos para agilizar procesos y elaborar catálogos de documentos que ayuden a ubicar fuentes y su divulgación pública”, “redactar artículos, ensayos y libros”, “preparar guiones de radio y televisión”, “interpretar los procesos históricos con base en una teoría y una metodología científica”?
Las cifras son bastante interesantes, ya que demuestran este acrecentamiento proporcional con este progreso, pero que no llegará siquiera a un 80%. Los del primer semestre contabilizan un 45%; del tercer, un 53.8%; del quinto, un 60.6%; y finalmente los de séptimo con una calificación de un 67.9%. Esto significa que sólo en un 56.9% se cubre el perfil de egreso del Plan de estudios con las generaciones y los avances actuales. (Tablas 6 a, b, c, d)
La formación del estudiante tiene un soporte de gran importancia en el profesorado. Por ello se le preguntó cómo evaluarían a sus maestros. De esta forma, hicimos un acercamiento al “Perfil del profesor” en dos consultas. La primera, referente a lo interesante y satisfactorio de las materias, y la segunda, relativo a los niveles de cumplimiento de las condiciones pedagógicas de los 6 profesores de cada semestre.
Y los resultados demuestran que, aunque hay algunas excepciones, la mayoría de los profesores fueron calificados con un 80% de interés y de satisfacción. (Tablas 7 a, b, c, d) En la pregunta referente a las condiciones pedagógicas en cambio, los porcentajes disminuyen muchísimo, teniendo un promedio general de 5.7 (Tablas 8 a, b, c, d). Esto mostraría a grandes rasgos que aunque las materias son satisfactorias, los profesores no cumplen totalmente con estas expectativas.
Buscando los extremos se les preguntó a los estudiantes si consideraban necesario eliminar alguna materia, sustentado en razones, así como si ellos recomendarían alguna materia para complementar sus estudios. Lo que se obtuvo fue un resultado desalentador, ya que los alumnos respondieron confundiendo profesor-materia, y por eso solicitando la desaparición de la materia relacionándola con la persona que la impartió. Cursos de primer y segundo semestre eran aún recordadas por los alumnos de séptimo, expresando su descontento (que se remonta hace tres años) mediante esta preocupación. Sin entender la importancia de las materias (como historiografía, historia universal o cuestiones metodológicas y teóricas) fueron puestas en la lista demostrando que no entienden totalmente el Mapa curricular.
Al momento de comparar los resultados de las propuestas de materias que ayudarían a su formación, notamos cómo este desconocimiento es mucho más amplio. Consiste en una larga enumeración de materias que prácticamente ya existen en la licenciatura en Historia, o que podrían ser complementadas con cursos semejantes de las otras seis licenciaturas de la escuela. Ejemplo más que terrible el solicitar idiomas, cuando existe en la ENAH un departamento con el objetivo de dotar de los medios para la comprensión de lectura en lenguas nativas o extranjeras.
Finalmente, se les preguntó cuál sería la calificación que le pondrían al Plan de Estudios de la licenciatura. A lo largo de este texto se ha señalado en varias ocasiones que el alumno desconoce el proyecto de la licenciatura: primero aceptó estar en la ENAH por el mapa curricular que ofrece la licenciatura, luego propuso desaparecer materias básicas (no sólo por su obligatoriedad) que conforman en su conjunto una columna vertebral con buenas bases, y finalmente formuló materias que ya existen. A pesar de estas incoherencias, la calificación general que recibió el Plan fue de 8.18. (Tabla 9)



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Conclusiones
Las 172 encuestas realizadas mostraron que:
a) Aunque las esperanzas de los alumnos al estudiar Historia en la ENAH se cumplen en algunos aspectos, como en el interés y satisfacción que suscitan las materias, no es lo mismo con algunos cursos y profesores.
b) En relación con lo anterior, las materias que no satisfacen se desean desaparecer sólo por castigar a los profesores, lo que indica que los alumnos están confundiendo una materia con un profesor.
c) Los alumnos piden materias que ya existen, lo que muestra el desconocimiento y toda la capacidad de la licenciatura y de la escuela que están siendo desperdiciadas. Casos como el departamento de idiomas y la propuesta de interdisciplinariedad requieren de mayor difusión.
d) Sin embargo, la satisfacción con el plan de estudios es bastante alta: un 8.18%.
e) Sólo en un 56.9% se está cumpliendo con el perfil de egreso, según la propia valoración del estudiante, lo que pone a la Academia y a los profesores hora-semana-mes en el lugar estratégico de encargados de revisar sus propios métodos y propuestas.

Detenernos a hacer modificaciones y transformaciones del Plan de Estudios de la licenciatura en Historia es una tarea muy compleja y de gran responsabilidad. No basta con recurrir a mirar qué solicita el campo laboral o cómo se pueden aumentar horas de clase indiscriminadamente, para aparentar mejoría de calidad.
Primero debemos considerar qué resultados se están teniendo ahora. Para eso, en la licenciatura en Historia comenzamos esta tarea amplia y muy útil de conocer la evaluación de los estudiantes de su propio plan de estudios. Sin embargo, esta actividad resultó un experimento. Se requieren más preguntas, colaboradores, espacio y apoyo. También se requiere reunir la información recabada anteriormente y que ha estado escindida del trabajo del proyecto de Reestructuración curricular.
Para lograr una reestructuración curricular exitosa debemos empujar hacia una discusión mucho más amplia dentro de las propias Academias, invitando a los estudiantes y a los profesores hora-semana-mes. Pero no se puede enganchar a un ritmo externo. Las dinámicas propias debieran ser las que guíen estas discusiones.

* Nota. En esta versión virtual se eliminaron las tablas.

[1] Ma. Elena Jiménez Zaldivar, et al (coordinadores), Rediseño curricular ENAH, México: Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2006, p. 7.
[2] Agradecemos a Adriana Salcedo por su apoyo logístico.
[3] Martha Gaytán García, “Anexo”, en: Ibid, p. 143.

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